Un ojo cubre tan sólo el 0.1% del cuerpo; sin embargo, un trauma ocular impacta a nivel personal física, psicológica y socialmente.
El trauma implica un cambio radical en la vida del paciente. En muchos casos afecta las relaciones familiares, de amistad y laborales.
Para entender un poco más la situación por la que pasan los pacientes que han perdido un ojo, aquí te mostramos algunas implicaciones psicológicas y sociales que deben ser atendidas por profesionales.
Impacto psicológico de perder un ojo

La pérdida de un ojo implica retos físicos y psicosociales importantes.
De acuerdo con la psicoterapeuta gestaltista, Claudia Fayad, un traumatismo que implique la pérdida de un ojo o de la visión genera altos niveles de estrés.
“Generalmente se presenta con otras emociones como: negación, rechazo, tristeza, depresión, miedo, ira, ansiedad y aislamiento”, menciona la especialista.
Los pacientes cuyo problema es de origen congénito no suelen experimentar el mismo grado de duelo que los pacientes que pierden un ojo más adelante. Sin embargo, la adaptación a la situación crea un impacto y una pérdida psicosocial única.
Cuando un bebé o niño pequeño pierde un ojo, los padres suelen presentar depresión, culpabilidad y ansiedad. Estos son factores que afectan negativamente el desarrollo de la personalidad del niño.
“Hay que favorecer la estabilidad emocional del niño y trabajar con los padres las emociones negativas y que ellos sean conscientes de las posibilidades y lo que pueden esperar de su hijo”, comenta la psicoterapeuta.

En niños en edad escolar pueden aparecer cuadros de estrés postraumático, depresión y ansiedad.
“Los efectos más negativos de perder un ojo se viven cuando más adulto es el paciente. Cuando ya está acostumbrado a cierto ritmo de vida y nivel de convivencia”, detalla la doctora Fayad.
Un adolescente se encuentra en la etapa de autoconocimiento y formación de la personalidad. Es importante recibir apoyo familiar y psicológico que le ayude a construir su entorno positivo.
De acuerdo con la especialista en psicoterapia, “lo importante de todos los procesos que busquen la sanación del paciente, es no crear falsas expectativas al paciente, ya que generan tensión y ansiedad”.
Impacto social de perder un ojo
Asociado a los problemas psicológicos de perder un ojo, los pacientes también pueden experimentar problemas sociales como desempleo, divorcio y aislamiento.

En los adultos, la pérdida de un ojo puede implicar la pérdida del trabajo y cambios en la relación de pareja y de familia.
Algunos niños en edad escolar presentan problemas de comportamiento social.
“Para la secundaria, el ojo se fue aclarando y la gente, tanto en la escuela como fuera de ella, me preguntaban qué me había pasado. Después de un tiempo me empezó a molestar el tener que dar toda la explicación y no me gustaba que se me quedarán viendo; de hecho, no me gusta que se me queden viendo, por que sé que me ven el ojo lastimado, que es el ojo sin vida”, comenta Liliana, quien perdió su ojo derecho a causa de un accidente a los 2 años de edad.
Adaptación y recuperación
La adaptación de un paciente a una nueva forma de vivir pasa por una serie de fases:
- Primera fase: El paciente puede experimentar shock, desorientación y bloqueo mental.
- Segunda fase: Se presentan emociones como depresión, desesperación, falta de confianza en sí mismo, rechazo y angustia.
Si las primeras dos fases se alargan, se demora la adaptación psicológica y funcional.
- Tercera fase: El paciente inicia un proceso de aceptación y movilización de recursos para adaptarse mejor.
- Cuarta fase: Adaptación emocional y funcional.
Es importante reconocer y derivar a aquellos pacientes y familiares que necesiten psicoterapia.

Uso de prótesis oculares
Una rehabilitación estética ayuda a los pacientes a recuperar su confianza y autoestima.
El uso de una prótesis ocular favorece cambios emocionales, de conducta y mejora la integración social.
Las nuevas técnicas de elaboración, adaptación y el uso de mejores materiales ha progresado de tal forma, que el paciente que utiliza una prótesis ocular lleva una vida social y profesional sin limitaciones.
“Ya no me gusta estar sin ella (la prótesis) porque la gente se me queda viendo y me molesta; sé que es natural esa curiosidad, yo lo haría, pero no puedo evitarlo y me molesta el tener que dar toda la explicación”, dice Liliana.
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